Angustias...


Angustiadamente me encontraba sentada en ese tronco frente al lago, admirando la belleza indescriptible del suave reflejo del sol sobre aquel; pensaba que talves el mundo no era tan duro como aveces pensamos, sino que quizás podría darnos emociones inesperadas, amores inolvidables y momentos bellos con nuestra familia.

Quizas la vida también nos tenga sorpresas preparadas, solo nos queda esperar…

Esa tarde, ideas y pensamientos iban y venían en mi mente, sentimientos reprimidos querían salir por medio de lágrimas, quebrando mi alma y angustiando mi corazón por todo lo que me pasaba, estaba cansada…

El sol se había ocultado ya, las estrellas empezaban a brillar y la enorme luna me acompañaba; la contemplaba y aveces deseaba tener más fuerzas para continuar, para seguir y poder cumplir mi propósito en esta vida, sea cual fuese, pues aun no la descubría.

Cada estrella hacia que naciera en mí el sentimiento de estar en el inmenso universo, brillando como ellas, teniendo siempre esa fuerza, esa potencia con la que brillaban, pero solo era un sueño.

Había perdido el aliento, sentía que ya no podía mas, quería dejarlo todo, me sentía rendida, estaba cansada; pero algo dentro de mí quería seguir adelante continuar con aquella vida, tratando que cambiar la rutina pesada a la cual me había acostumbrado. Cerré mis ojos por un momento y mientras lo hacía lagrimas corrían por mi rostro, cayendo suavemente cual rocío de lluvia en una noche de primavera. Esas lágrimas no contenían más que impotencia, no contenían más que cólera de saber que quiero continuar y no puedo o talves aun lo he intentado…

Abrí mis ojos algo hinchados por aquel incidente, pero aun sentía un nudo en la garganta y mi pecho cargado de lagrimas que querían salir desfogando todo lo que guardaba dentro de mí: penas, angustias, sueños no cumplidos, sentimientos encontrados y otras cosas más; así que sin dudarlo deje que brotaran aquellos sentimientos y que cayeran algunas lagrimas esa noche, para sentirme de alguna manera un poco liberada.

Pensaba que cada lágrima que caía era un error que había cometido y que se iban yendo de mí cada vez que caían al verde gras que bajo de mi se encontraba. Pasaron algunos minutos y decidí regresar a mi casa, no comí nada, subí directo a mi habitación y me eché en mi cama, existía un profundo silencio y solo recuerdo haberme quedado profundamente dormida.

No tuve noción del tiempo esa noche, talvez mencione que fueron minutos, pero quizás fueron horas, el tiempo es corto y la vida también; aquella noche bajo la luna y las estrellas fue amarga y dulce al mismo tiempo, sentí como mi ser se sentía cada vez un poco más liviana, sentía que lloraba en los brazos de la luna y que aquella me abrazaba, dulces y amargos sentimientos brotaron esa noche…

Al despertar, el sol brillaba y en mi alma sentí una tranquilidad que no sentía desde hace mucho tiempo, había olvidado lo que era llorar, lo que era sentirse como una niña, había olvidado lo maravilloso que es llorar. Bajé a la cocina, me serví un poco de jugo que encontré en el refrigerador, me senté en la silla junto a la mesa de la cocina y adorando ese profundo silencio que habitaba la cabaña, no podía pensar en nada, me sentía tranquila, existía en mí una paz interior que es indescriptible y difícil de entender. Salí a caminar un momento a pensar en lo que había pasado conmigo la noche anterior, solo me vino a la mente la idea de que talves necesitaba llorar y desfogarme para sentirme mejor, y era la verdad.

Cuando ya había llegado casi a la cuarta parte del lago, había caminado bastante y no me di cuenta, me pare, mire mi reflejo en un pequeño charco que estaba ahí, y me dije a mi misma que ya estaba lista para continuar, lo peor de mi había pasado; me llene de fuerzas después de aquella noche. Tome un poco de impulso y como para empezar el día volví a la cabaña trotando, sentí que el viento jugaba con mi cabello y el aroma de las flores rodeaba todo ese hermoso lugar; saque las llaves que en mi bolsillo se encontraban, abrí la puerta y lo primero que hice fue coger un papel y un lapicero y escribir nuevamente esos sueños que había tenido antes y que por alguna razón no los había cumplido, era porque aun no estaba lista; aquella hoja la leía cada noche porque me daba la fuerza para seguir adelante.

Luego de almorzar fui otra vez al mismo lugar de la noche anterior, quería observar por última vez aquel paisaje que me ayudo a sentirme mejor, pues tenía que volver nuevamente a la ciudad para seguir con mi vida; pero esa misma tarde tome una decisión importante no rendirme pase lo que pase, aprovechar cada oportunidad que me de la vida, apreciar lo que tengo, volver a reír con mi familia y amigos y agradecer por lo que me había pasado; hice una promesa también: volver al lugar cada vez que necesitara que mis sentimientos fluyan sin ninguna retención, que mis angustias caigan como lagrimas y que mis fuerzas vuelvan para salir adelante…

Con esa decisión y mi promesa volví a la cabaña, empaque mis cosas y partí nuevamente a la vida, a comenzar de nuevo y a recuperar el tiempo perdido.

Acepta la responsabilidad de edificarte a tí mismo, y el valor de acusarte en el fracaso para volver a empezar otra vez, corrigiéndote…

Comienza a ser sincero contigo mismo, reconociéndote por tu valor, por tu voluntad y por tu debilidad para justificarte…

Ylllen hp

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